viernes, marzo 25, 2005

Conciencia del vivir

¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?/¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?/ ¿Dónde está la vida que hemos perdido en existir?/ Estos versos de Eliot nos dejan con el aliento cortado por colocarnos de súbito ante una situación trascendente. Como en la boca de una caverna, donde se ocultara el secreto del Universo. “¿Dónde está la vida que hemos perdido en existir?” Pero, ¿cómo se existe, para no perder la vida? “El que quiera ganar su vida debe perderla” se nos ha dicho también. ¿Entonces, tenemos que cursar la vida “como perdiéndola”?
Lo que parece cierto es que para vivir la vida sin “consumirla” hay que tener conciencia. Y para tener conciencia debemos mirar las cosas en su interior. Y mirar el interior de las cosas sólo parece posible desde nuestro interior. Conciencia de nosotros, que significa no estar distraídos. Y así disfrutar conciencia de los otros: nuestros familiares, nuestros amigos. Algo tan maravilloso que al descubrirlos se emociona uno cada vez. Parece que la verdadera conciencia se vive siempre con la ayuda del corazón.
Pintura de Ana Erra Posted by Hello

Sobreabundacia de motores

Ya casi nadie carece de auto en esta ciudad. Viejo, nuevo, desvencijado o reluciente, no importa. Y los que no tienen auto, tienen moto.
Tal cuestión no sería tan grave, si al menos estos innumerables, ruidosos, y humosos vehículos, se condujeran con prudencia por sus carriles.
Pero no solamente invaden los ajenos -constantemente superan a los otros por la derecha, acción claramente prohibida por las normas de tránsito, sino se suben a las veredas -las motos-, se lanzan de contramano, con peligro de sus propias vidas y las de sus hijitos, que muchas veces llevan -los ciclomotores y bicicletas-.
Por favor: si usted tiene un vehículo, pequeño o grande, y nos ha concedido la gracia de leer estas sencillas líneas: propóngase hoy respetar las normas elementales del tránsito. Nada más. Con ello, seguramente, hará esta ciudad un poco mejor.

Tiempos crueles

El desprecio por la condición humana, el rampante desdén por todo lo que no sea la satisfacción inmediata de la propia voluntad, la insensibilidad elevada a categoría del comportamiento social están, es innegable, en los mensajes de los medios masivos, pero también en el conjunto de las manifestaciones de nuestra época.
Entender esto, reconocerlo, profundizarlo, rastrear los motores del individualismo atroz que se ha logrado instalar en todos los niveles de la sociedad, permitiendo el dominio de un sistema donde prevalece la brutalidad más cruel sin la menor oposición, es un trabajo que debemos hacer, día a día, para lograr que nuestros hijos tengan la chance que tuvimos nosotros alguna vez: esto es, soñar con una sociedad más justa, más humana.
Debemos, sin embargo, caminar con prudencia. Enseñar a nuestras niñas y niños lo aprendido, como sobrevivientes de un proceso brutal que ensangrentó a la Argentina durante los últimos veinte años.
Pues quienes aspiran a matar las almas, son, también, perfectamente capaces de asesinar el cuerpo. Y no debemos olvidarlo.

Picadas

-¿Cómo sucedió ésto?- Rodrigo se despertó rodeado de sus familiares, en una habitación blanca. Recordaba haberse puesto la mejor camisa, los borceguíes. Después, vagamente, un golpe muy fuerte y la oscuridad. Pero no. También el boliche, en las afueras de la ciudad. Las luces de colores, los brindis.
-¿No te parece tonto haber arriesgado la vida así? -le preguntó si tío. Rodrigo se fastidió.
-¿Tonto? ¿Acaso vos no te fuiste como voluntario a Las Malvinas? -contestó.
La madre dijo entonces:
-Tu tío ha arriesgado su vida por una causa grande, para defender a los demás. Vos, Rodrigo, la arriesgas solamente por apretar el acelerador. Estabas tomado. ¿Qué querías demostrar? Has roto el auto y por un milagro no estás muerto.
Rodrigo se quedó callado. Era cierto... ¿qué extraño estupor lo había llevado a correr tanto al salir del boliche? Íntimamente, se prometió no hacerlo nunca más.

N.de la R.: Esta narración imaginaria tiene un origen real. La hemos creado sobre la base de los accidentes ocurridos en el mes de septiembre de 1997, donde 11 personas perdieron la vida, 36 quedaron heridas de gravedad y 5 lesionadas. Todas a la hora en que se sale de los boliches.

Autodestrucción

Una hermosa parejita cruzaba la florida plazoleta del barrio. A lo lejos se oía el rugir de los motores, asordinado. Y en el horizonte pintaba de naranja las nubes el sol que huía.
Era una postal. Él, delgado, de zapatillas, la abrazaba. Ella se dejaba llevar, como un esquife en dulce ola. Él estiró la mano hacia un costado, como buscando algo.
Y arrancó un gajo a un pequeño árbol, que trabajosamente crecía a un lado del sendero.
La dulzura del amor adolescente se perdió. Las nubes rojizas parecieron ensombrecerse. ¿Cómo era posible que alguien en una situación tan feliz no pudiera darse cuenta de que el árbol es también una criatura que merece ser amada?
Los culpables, seguramente, fueron sus padres. Que no tuvieron tiempo de enseñarle que las plantas son una de las riquezas más grandes con que puede contar una sociedad civilizada.
Como no tienen tiempo, o ganas, de enseñárselo otros padres a miles de niños. Pues todos los días desgajan bárbaramente otros miles de árboles en brote de nuestra castigada Santiago.

 Julio Carreras
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